jueves, 24 de septiembre de 2009

DIA 3.- AMFIPOLI, DRAMA, KAVALA


Hoy desayunamos en el apartamento un buen yogurt griego con mermelada, sandía y unas tostadas, cogimos así fuerzas para emprender el viaje en dirección a Amfípoli. Una vez allí visitamos el museo, pero no pudimos ver la antigua ciudad, ya que ese no disponían de personal para poder enseñarlo, así que nos conformamos con ver las murallas exteriores.






Seguimos en dirección Drama, por una carretera interior a través de varios pueblos situados en la falda de los montes Pangeo y hicimos una parada para visitar la antigua ciudad de Filipos (Philippoi). Aquí vimos el teatro, que se encuentra bastante bien conservado, de hecho se celebran actualmente festivales, los restos de algunos templos helenísticos y romanos, el foro, el ágora, la palestra, baños etc.
La antigua Via Egnatia, transcurre por entre la ciudad, separándola en dos partes.




Al otro lado vimos los restos de varias basílicas, algunas de ellas hermosísimas, la cárcel donde se cree que estuvo encarcelado san Pablo, algunos mosaicos y restos de algunas casas. Fue una visita muy interesante.


Después de tomar un refresco en la cafetería del recinto arqueológico, proseguimos nuestro camino hacia Drama. Esta no deja de ser la típica ciudad de tamaño mediano griega, en la cual no se le presta demasiado cuidado a las cosas interesantes que tiene. Por ejemplo las antiguas murallas bizantinas de la ciudad están bastante descuidadas, al igual que otros edificios de la época. Sin embargo esta ciudad tiene una zona muy agradable de visitar, las fuentes de Santa Bárbara. Consiste en una serie de lagos a cuyos márgenes se sitúan varias tabernas, haciéndolo un lugar ideal para sentarse a comer y disfrutar del frescor del agua.

Aquí comimos un delicioso souvlaki, además de la típica ensalada griega y un poco tzatziki. El servicio fue estupendo, la comida abundante y el precio bueno. ¿Qué más se puede pedir?



A continuación marchamos hacia Kavala, a unos 35 kilómetros de Drama. Íbamos con miedo de que nos defraudara esta ciudad, pero gracias a Dios esta vez acertamos. Dimos un paseo por el pintoresco puerto y preguntamos los horarios del ferry hacia la isla de Tasos. Después callejeamos un poco por la ciudad antigua hasta llegar al castillo. Fue una subida muy cansada pero que mereció la pena.







Al bajar hacia el puerto pasamos por una iglesia donde se congregaba una gran cantidad de personas que hacían cola para besar el icono de la virgen. El servicio se daba por megafonía, ya que era mucha la gente que subía hacia la iglesia y no cabían todos dentro. Allí estuvimos un rato y nos fuimos a cenar a una taberna donde, por 23 euros los dos, comimos de maravilla, teniendo incluso que dejar algo, pues era imposible acabar con todo.

Ya con la panza bien llena, cogimos el coche nuevamente para volver al hotel, donde nos duchamos, y nos sentamos en la terraza a tomar unas cervezas y anotar en nuestro cuaderno de viaje lo sucedido hoy.







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