El monasterio de Rila es el segundo gran templo de la Iglesia ortodoxa después del monte Atos en Grecia. Aunque sus edificios datan de los siglos XIII y XIV, del conjunto original sólo se conserva la torre de Hrelio, junto a la iglesia, una pétrea estructura medieval de planta cuadrada que sirvió como atalaya de vigilancia.
Tras la destrucción sufrida durante la invasión otomana, fue reconstruido en el siglo XV y subsistió como el centro cultural más significativo de Bulgaria durante la dominación turca. En el siglo XIX fue arrasado de nuevo por un incendio; todo el país se volcó para poder reconstruirlo por completo en un proceso que duró treinta años. Los arquitectos siguieron los cánones del Renacimiento búlgaro vigente, y los más ilustres artistas pintaron los frescos de la bóveda y las paredes del atrio en la iglesia principal de la Natividad de la Virgen.
El auténtico tesoro de Rila es lo que representa: la recuperación de una obstinada identidad cultural castigada por la historia. Los fondos del monasterio reúnen importantes obras pictóricas del Renacimiento, tallas y piezas únicas de iconografía de los siglos XIV, XV y XVIII. En las viviendas de cuatro pisos que rodean el patio hay más de 300 celdas, una cocina con una chimenea gigante y cuatro capillas. Aún hoy, una docena de monjes hacen aquí vida contemplativa y celebran la liturgia.
Para experimentar la austera vida monacal, nada mejor que alojarse en el ala reservada a tal uso. El viajero puede amanecer y contemplar lo primero el pico Musala, el más alto de la península Balcánica, cuyo nombre de origen turco-árabe significa "el último antes de Dios".
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